La nueva quí­mica moderna

diciembre 10th, 2009 by rael Leave a reply »

 

“La revolución francesa no necesita cientí­ficos”

32733-la_revolucion_francesa

Captura de pantalla 2009-11-19 a las 18.54.37

     La chapuza del flogisto estuvo vigente hasta apareció la figura de Antoine Lavoiser (Agosto de 1743 - Mayo de 1794), quí­mico francés que sacó la quí­mica de ese callejón sin salida enterrando el flogisto para siempre junto con la teorí­a de los cuatro elementos y dando luz con ello a la nueva Quí­mica Moderna. Junto con su mujer, que tení­a una inteligencia arrolladora y un interés por la ciencia apasionante, rescataron las ideas de Wayner, realizando un experimento con un recipiente de vidrio cerrado en el que se encontraba una muestra de estaño y aire. Observaron, que después del calentamiento, la masa del recipiente con la muestra era la misma antes y después de aplicarle el calor.

     Siguiendo con esta linea de experimentos, Lavoisier y su mujer descubrieron que el producto de la reacción, el estaño calentado (óxido de estaño), estaba compuesto por estaño original junto con parte del aire. En 1786 publicó en los Procedimientos de la Academia su abandono de la teorí­a del Flogisto que habí­a hecho perder tanto tiempo a los cientí­ficos, defendiendo dos principios:

1.

Existe una verdadera combustión, pero sólo mientras el cuerpo combustible esté rodeado y en contacto con el oxí­geno; la combustión no puede tener lugar en cualquier otro tipo de aire o en el vací­o, y los cuerpos ardientes que se zambullan en cualquiera de estos dos casos se extinguirán tan ciertamente como si se sumergieran en agua.

2.

En toda combustión se produce un aumento de peso en el cuerpo quemado; y este aumento es exactamente igual al peso del aire absorbido.

     

     Con estos dos principios, se dio un paso de gigante para la quí­mica, estancada en el flogisto, y llevó a la formulación de la ley de conservación de la masa en 1774.

     

Ley de conservación de la masa

En toda reacción quí­mica la masa se conserva, es decir, la masa total de los reactivos es igual a la masa total de los productos. Esto tiene una importancia fundamental ya que permite extraer componentes especí­ficos de cualquier materia prima sin tener que desechar el resto; también es importante debido a que nos permite obtener elementos puros, cosa que serí­a imposible si la materia se destruyera.

     

     A parte de sus descubrimientos, su manera de trabajar estableció la quí­mica como una disciplina cientí­fica: Determinó que las conclusiones cientí­ficas solo pueden alcanzarse mediante un experimento cuidadosamente preparado y una exacta medición. Descubrió que el agua estaba formada por oxí­geno y hidrogeno, hizo del equilibrio quí­mico el árbitro de la verdad cientí­fica, definió muchos conceptos que luego fueron indispensables para el desarrollo de la quí­mica; investigo la luz como fuente para iniciar la combustión usando lentes; fue más allá que Boyle y trazó la distinción entre compuesto y elemento en el sentido que hoy conocemos de esos términos. Fue pionero en los precisos métodos de análisis que, junto con sus conceptos, hicieron que el sigo XIX se convirtiera en la edad de Oro de la Quí­mica.

     

Captura de pantalla 2009-11-19 a las 18.55.25

     

     Cuando Lavoisier trabajaba para la Real Academia de Ciencias informando sobre los temas de actualidad cientí­ficas, realizo una serie de comentarios despectivos en 1780 sobre un joven cientí­fico Jean Paul Marat y sus erróneas teorí­as sobre la combustión. Al estallar la revolución, Lavoisier se colocó en el punto de mira por ser miembro de la Férme Generale y haber participado con tanto entusiasmo en el levantamiento del muralla que rodeaba Parí­s, y para su desdicha, Marat se habí­a convertido en una de las voces de la Asamblea Nacional. Aún enfadado por las crí­ticas que habí­a recibido, Marat denunció a Lavoisier en 1791 indicando que debí­a haber sido ejecutado desde hacia mucho tiempo. Poco después una joven llamada Charlotte Corday asesino a Marat en la bañera. En octubre del 1793, fue enviada Maria Antonieta a la guillotina y al mes siguiente Lavoisier fue detenido cuando intentaba huir con su esposa a Escocia. Cuando pidió que se le permitieran dos semanas para poder completar algunos trabajos antes de su desdicha, el Juez le respondió con:

“La revolución francesa no necesita cientí­ficos”

     Varias horas más tarde, el 8 de mayo de 1794, a sus 53 años, acabó en la guillotina de lo que ahora es la Plaza de la Concordia. En palabras de Josep Louis Lagrange (matemático y astrónomo): "Solo tardaron un instante en cortarle la cabeza, pero dudo que Francia no produzca otra como la suya en todo el siglo."

     

     Llegados a este punto, me gustarí­a hacer un breve inciso en el quí­mico suizo Carl Wilhem Schelee, ideo un proceso para obtener Fósforo a escala industrial puesto que aún se hacia de la orina de los soldados, costando unos 440 euros los 30 gramos; y descubrió ocho elementos: el Cloro, el Flúor, el Manganeso, el Bario, el Molibdeno, el Tungsteno, el Nitrógeno y el Oxí­geno, aunque no se le llegó a honrar por ninguno de ellos. También descubrió compuestos como el amoniaco, la glicerina y el ácido tánico y el ácido prúsico, compuestos que más adelante hicieron ricas a muchas personas. Pero Schelee tení­a un problema, le gustaba probar todas las substancias que pasaban por su laboratorio: ya fuese el mercurio o el ácido cianhí­drico (la toxina del experimento mental y felino de Schrí¶dinger) entre otros. En 1786, con sólo 43 años lo encontraron muerto en su banco de trabajo, rodeado de substancias quí­micas; una de ellas, seguramente el mercurio, fue la causante de su muerte.

Captura de pantalla 2009-11-19 a las 18.54.37

     La quí­mica que habí­a dejado Lavoisier fue el punto de partida para muchos cientí­ficos que no tardaron en dar sus frutos. Joseph Proust (1754 ' 1826) quí­mico francés que desarrolló la mayor parte de su carrera cientí­fica academias y laboratorios Españoles (Real Seminario de Vergara, Real Academia de Artillerí­a de Segovia, Laboratorio Real de Madrid, ...) realizó numerosos experimentos en los que estudiaba la composición de diferentes carbonatos de cobre, óxidos de estaño y sulfuros de hierro”.

En 1799, Proust estableció :

Cien libras de cobre, disuelto en acido sulfúrico o ní­trico y precipitado por carbonato de sodio, producen invariablemente 180 libras de carbonato de color verde.

     Junto con otras muchas observaciones similares, Proust fue observando que la cantidad de masa de cada uno de los componentes en una reacción (por ejemplo, cobre, carbono y oxí­geno en los carbonatos de cobre) se mantení­a constante en el compuesto final, independientemente de si era un carbonato natural o artificial o de las condiciones de la reacción. Dos compuestos se diferenciaban entre sí­ por las proporciones de los elementos que lo formaban sin apreciarse composiciones intermedias. Por ejemplo, el Carbonato de cobre (I) Cu2CO3 y el Carbonato de cobre (II) CuCO3. Sus numerosas observaciones lo llevaron a postular, en 1799, la ley de Proust, también conocida como Ley de las proporciones definidas o Ley de la composición constante:

Ley de composición constante

Cuando se combinan dos o más elementos para dar un determinado compuesto, siempre lo hacen en una relación de masas constantes. El porcentaje de cada uno de los elementos que forman un compuesto siempre va a ser igual, ya sean 10 g o 100 toneladas. Por ejemplo nuestra preciada agua esta formada, como hemos comentado antes, por un 88,81% de oxí­geno y un 11,20% de hidrógeno.

 

∞



Ahora que sabemos que son los elementos ampliaremos un poco más nuestra lupa y miraremos dentro de los elementos.

Hablaremos de los inicios con Democrito (~400aC) y Kanada (~600aC). Avanzaremos en el tiempo y hablaremos de la primera teorí­a cientí­fica sobre el átomo con Dalton, Gay-Lussac y Avogardo.

 

Capí­tulos anteriores

Introducción a la Quí­mica : Propiedades de la materia

Los elementos : Del fuego al flogisto


 

Advertisement